Inicialmente, las instalaciones estaban dotadas de pesadas piedras cónicas, que chafaban las olivas para hacer una pasta de la cual, una vez prensada y por decantación, salía el aceite de oliva.
Ernest Magrí Llaràs, tomó el relevo y dio continuidad al negocio familiar durante muchos años hasta que, con la llegada de la tercera generación, Ernest Magrí Carles modernizó las instalaciones del molino. Lo dotó de maquinaria más moderna para obtener una mayor capacidad productiva, a la vez que se agilizaba los procesos sin variar el método de obtención del aceite que seguía siendo mediante procedimientos mecánicos.
Todos estos cambios permiten, todavía, que las olivas puedan ser prensadas el mismo día que se cosechan. De este modo el aceite Magrí conserva el toque afrutado y el gusto a oliva arbequina tan característico que se espera de un aceite.